Por Maricelis Rivera Santos
¿Cuántas veces has pensado que te hastía la frecuencia en que ves autoretratos (selfies) de la misma amiga o amigo posando como modelo?
¿Cuántas veces te asombras de lo osado—entiéndase sensual—de la pose o de lo mucho que muestra de su cuerpo una persona que creías más conservadora?
¿Te acuerdas del “clásico” de Facebook en el que las personas suben fotos que se toman frente al espejo en un baño?
¿Te sube la presión cuando ves una persona haciendo un vídeo desde el tapón pese a todas las recomendaciones de no usar el teléfono móvil mientras conduces?
¿Te cansas de ver fotos de comida publicadas por alguien solo pone eso en sus entradas?
Aquí una peor: ¿te ha enviado proposiciones sexuales por correo interno (inbox) alguien a quien puedes identificar?
Y te pregunto, ¿alguna vez has hecho alguna las anteriores?
Ninguna de las situaciones expuestas habla de los comentarios. Pero, lo cierto es que también hay quienes escriben mensajes insultantes y hasta pronuncian amenazas.
Parece que las personas se sienten muy libres en las redes sociales debido principalmente al desconocimiento y al falso sentido de privacidad porque piensan que solo sus amigos verán sus contenidos. No descarto que algunos actúan así normalmente fuera del mundo virtual. Mi esposo me dice muchas veces que cara a cara tal vez no se atreverían a exponerse. Es como si en las redes o aplicaciones de mensajería como el WhatsApp, les pasara lo mismo que a quienes no tienen mucha tolerancia al alcohol: se desinhiben.
No voy a ofrecer un planteamiento desde la psicología que, sin duda, debería estudiar los porqué de estas modalidades de comportamiento en las redes. Pero, sé que aun sin ser especialistas en comunicación, muchos pueden coincidir conmigo en que gran parte de esos “posts” cuando menos, son dañinos a la reputación o como se le llama desde la mercadotecnia: la marca personal.
El contenido de algunas entradas puede ser causa de despidos de empleos o de la no contratación. Yo, por ejemplo, no es que sea muy quisquillosa, pero como la persona que contrata me preguntaría qué le puede pasar por la mente a alguien cuando decide publicar una foto en la que su paisaje de fondo es un inodoro o me preguntaría si el futuro empleado sufre de un trastorno de narcisismo.
Hay quienes desconocen que, en ciertos casos, las mismas redes sociales han formulado normas para tratar de controlar ciertos tipos de contenido, una de las posibles consecuencias es el cierre o bloqueo de la cuenta.
Situaciones más complejas pueden constituir delito cuando involucran menores en fotos o vídeos, si los mensajes se convierten en patrones de hostigamiento (bullying) o se atenta contra la integridad física y emocional de la persona, entre otros aspectos ilegales. Además, los responsables pueden ser objeto de demandas civiles en casos de libelo, difamación o violación del derecho a la intimidad. La jurisprudencia en redes sociales es más nueva, pero existe.
La libertad de expresión no es absoluta, especialmente si se usa para mostrar expresiones de odio, supremacía, racismo, homofobia, machismo, aberraciones como la trata y cualquier otra variante que implique el menosprecio al ser humano.
De manera, que mi consejo es que no sigas modas o tendencias en las redes sociales sin analizar lo que constituyen y su posible efecto para ti o terceras personas.
Cada mensaje que emites, invariablemente de la instancia o el canal, trasluce información a las audiencias de tu carácter como ser humano y de la organización que representas.